Muchas veces nos criticamos más que nos animamos en nuestro día a día. A veces somos muy exigentes con nosotros mismos, casi siempre demasiado. Queremos ir a una velocidad que no es natural en nuestro particular proceso de aprendizaje.
Al igual que una semilla necesita tiempo para convertirse en un árbol, nosotros también. Si a una pequeña semilla de pino como árbol de navidad le pusiéramos ya todos los adornos… se vendría abajo. Todo tiene su tiempo de maduración y crecemos más rápidos y fuertes si lo hacemos acorde a un ritmo natural… y animando en lugar de exigiendo.
Así que la próxima vez que te pilles exigiéndote algo… prueba a animarte a conseguirlo como si animaras a una semilla.